• 2 de mayo de 2025

Sueños de carbón

 Sueños de carbón
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Un entendido en cuestiones mineras señalaba en la prensa de Punta Arenas que el incendio que se declaró en el pique carbonífero de Río Turbio podría durar muchos días más. Para esa ciudad minera de la Patagonia Argentina, significa un duro golpe en su supervivencia. Hace unas semanas atrás le había visitado el presidente de la nación Néstor Kirchner; llevado en andas por sus habitantes al estrado del gimnasio, entre gritos de “Olé, Olé, Olé, Lupo, Lupo”, había comprometido una fuerte inversión. Se construiría allí una gran planta termoeléctrica alimentada con el carbón que sacaría los ríoturbienses.

Ese fatídico lunes 14 llegaba hasta el fondo del pique minero el tercer turno integrado por 80 operarios. Aún resonaba en sus oídos las arengas de “Lupo” que los invitaba a ser protagonistas de un gran futuro para esa cuenca carbonífera. Ellos confiaban en su Presidente, quien desde la gobernación de la provincia había había defendido ante Menem la supervivencia del mineral.Hablar del refugiado ex- mandatario en Río Turbio provoca manifestaciones de rechazo. Menen quiso cerrar el mineral (reconvertirlo como dicen los economistas) y nada mejor que entregárselo en concesión a esos amigos facinerosos que a él le sobraban. Estos desmantelaron y vendieron todo lo vendible en los piques y superficie. Kirchner siendo gobernador de Santa Cruz los denunció, pese a ser peronistas, y entregó mucho dinero en inversiones para ir al rescate del Turbio sin terminar con las labores extractivas.

Por eso, el Presidente argentino, cuando llegó a Río Turbio, para estar presente por dos horas en el velatorio de cinco de los quince mineros, que hasta ese momento habían sacado del fondo del socavón, trasuntaba una profunda tristeza. Kirchner se quebró cuando llegó al féretro de un minero chileno muerto. Conversó con los ojos enrojecidos por la emoción con los dolientes, quieres después partirían rumbo a Puerto Natales para sepultar a José Hernández. El Presidente sabía que en la mina de la cual sacarían el carbón para su flamante usina, las condiciones de seguridad eran mínimas. Todo se había desmantelado. Las correas transportadoras que ardieron ese día lunes al quedar trancadas, sufrían de fatiga de material como toda la quejumbrosa estructura del mineral saqueado por los compadres de Menem.

Nuestro lejano Puerto Natales, está a tan sólo 30 kilómetros del yacimiento carbonífero argentino. Tres de los mineros muertos en la tragedia vivían en esa ciudad chilena. Después del terremoto del 60, muchos chilotes marcharon hacia la Patagonia. No diferenciaron fronteras. Su bandera y patria estaban en el territorio que primero les ofreciera un futuro para ellos y sus familias. en Río Turbio en los años setenta trabajaron cerca de 2.500 chilenos en las labores del carbón. Muchos de ellos tenían como dormitorio Puerto Natales. Eran los tiempos que la Patagonia era un territorio de hombres solos. Ovejeros, pescadores y mineros buscaban compañía en los “quilombitos” natalinos entre efluvios de vino y ginebra.

La ciudad fronteriza chilena se desarrolló gracias a los sueldos de los mineros de Río Turbio. Para desgracia los gobiernos chilenos todo terminó a raíz de las beligerancias fronterizas del año 1978. Por razones de seguridad los militares argentinos ahuyentaron a los chilenos y trajeron otros pobres. Estos provenían de las provincias norteñas de Entre Ríos y el Chaco. Hoy sólo quedan no más de 200 chilenos en el mineral del Turbio. Todos ellos en edad de jubilar con 30 años de servicio. No natalinos vieron en estos días de tragedia como se hablaba de ellos y su relación con el mineral de Río Turbio. Las noticias llenaron las primeras páginas de los diarios y noticieros televisivos. En Natales mineros jubilados y activos acompañaron con sus lámpara y buzos a los compañeros caídos. Ellos sobreviven en Chile con pensiones miserables por el problema del cambio de moneda. Para tener una atención médica deben viajar al otro lado de la frontera. En chile no tienen acceso a ninguna previsión, son parias.

Si hay algo que llamó la atención en los días posteriores el silencio de las autoridades chilenas. A nivel central el mutismo dio a entender que desde el centralismo nadie quiere hablar, porque nadie sabe lo que pasa en el sur. O bien, es la vergüenza cómplice de los gobernantes en Chile, que jamás entenderán qué se puede hacer el territorios vacíos. Al menos queda la satisfacción que Río Turbio no está en Chile, puesto que si así fuera, los interventores de turno ya lo habrían sepultado como a Lota y Coronel.

*Publicado en Patagonia Mía/ julio 2004-Ramón Arriagada Sepúlveda.

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