Los televisores, automóviles y hasta cepillos de dientes “inteligentes” buscan alcanzar la madurez este año durante el mayor evento de tecnologías de gran consumo en Las Vegas.
Del 7 al 10 de enero, el Consumer Electronics Show (CES) recibirá en Las Vegas a unos 175.000 visitantes y más de 4.500 expositores, que presentarán pantallas cada vez más delgadas y flexibles, robots cada vez más creativos y objetos cada vez más íntimamente conectados al cuerpo humano.
Su desafío ya no es sorprender -hace varios años que han estado haciéndolo- sino demostrar su valor y su utilidad para el consumidor, ya sumergido en el “todo conectado”.
“La industria ahora habla de evolución, no de revolución”, dice Tuong Nguyen, analista de Gartner.
Los accesorios y la ropa conectados ya no solo pueden medir la frecuencia cardíaca, el movimiento o la vista. Deben poner su inteligencia artificial (IA) al servicio de su usuario de manera concreta alertándolo de posibles anomalías e indicándole el procedimiento a seguir.
Emoción conectada
Gracias a los asistentes de voz integrados en los auriculares, “el restaurante al otro lado de la calle podría leerte su menú, por ejemplo”, imagina Simon Forrest, de Futuresource.
Aunque todavía están lejos de comprender las emociones humanas, algunos objetos ya “simulan” hacerlo, agrega. “Adoptan un tono alegre cuando tu equipo de fútbol favorito gana o se enojan cuando tu madre está detrás de la puerta”, indicó.
Todos estos objetos también deben comunicarse entre sí, ya sea que funcionen con Siri (Apple), Alexa (Amazon), Google u otro asistente de voz.
“El CES está repleto de dispositivos y aparatos para la casa, algunos extraños e inútiles, otros interesantes”, opinó Bob O’Donnell, de Technalysis Research. “Pero es muy complicado hacer que todo funcione conjuntamente, lo que molesta a mucha gente”.