CRONICA DE UNA TORMENTA (Beautiful loosers)
Llegamos a Buenos Aires el día 26 de abril de 2018. En el largo camino de Eseiza a la ciudad, el taxista nos habla de rock, fútbol y escritores. Nos advierte que esta tarde se inaugura la Feria Internacional del Libro, en la Rural. Le respondo que algo hemos oído y que estará presente Juan Villoro. ¡Ah, el escritor mexicano¡. Exclama.
Instalados en la ciudad, caminamos bajo un sol abrazador, las veinte o más cuadras que nos separan de la dirección que estamos buscando: calle Alsina 451. Allí contemplamos una puerta desvencijada, llena de escritos de manos anónimas que grabaron su íntimo homenaje a un oscuro cantante de rock; Luca Prodan. El hombre que después de su muerte en el año 1987, se convirtió en una verdadera leyenda que perdura hasta hoy día: “Brilla tu luz para mí”, “Que pasa con los años”, “Sa sa saltando”. Una serie de testimonios haciendo mención a las letras de canciones que influenciarían para siempre el rock argentino,
El italiano educado en un prestigioso colegio de Escocia, que cantaba en ingles, sería uno de los músicos más influyentes en la escena del rock latinoamericano, al fundar la poderosa banda rockera “SUMO”. Anarquista, marginal y solitario escribió y cantó uno de los temas emblemáticos del rock nacional: “Mañana en el Abasto”.
“Sumo” se instaló primero en Hurlingham, localidad que ofició durante un tiempo como casa de la banda. El debut de la primera formación fue en el pub de El Palomar, en Febrero del 82. Más tarde, Luca se movería entre una casona de San Telmo y el barrio del Abasto, donde vivió en variados conventillos.
La noche del 28 de abril se desata una de las tormentas más impresionantes que hemos visto. En la noche bajo la habitación del hotel, los estruendos nos despiertan, como si fuera el bombardeo de Pearl Harbor. Detonaciones producidas por los truenos. Relámpagos que iluminaban la oscura noche. Rayos que parecen abrir el cielo. En un momento, granizos que golpeaban con fuerza la ventana, repiqueteando como si lanzaran una lluvia de piedras. El viento hacia oscilar los árboles como en una gran tormenta en la estepa patagónica. A ojo de buen cubero superaba los 100 kms. por hora. Somos testigos de un fenómeno climático que no se había producido en décadas.
Las calles están anegadas. En algunos sectores no hay luz eléctrica, ni funcionan los semáforos. El subte está inundado. No hay más remedio que caminar. Vamos hacia el Abasto, a conocer el lugar por el que tantas veces transitó Luca Prodan. Las calles de Buenos Aires están solitarias, uno que otro transeúnte, premunido de un paraguas, camina sigiloso entre los charcos de agua. Como una escena surrealista, vemos a un motoquero atravesar lentamente una laguna de agua, bajo un paso bajo nivel.
Hoy día el Abasto es un importante centro comercial. Miles de personas transitan por el lugar. Un moderno paseo, un mall. En el cuarto piso está el museo de los niños. La familia argentina hace cola para ingresar a ese moderno museo de la diversión infantil.
Al despedirnos del lugar, llegamos al mural ubicado en la esquina de Valentín Gómez y Anchorena. Realizado por Titi Albarracín. La obra presenta la letra de mañana en el Abasto: “hombre sentado ahí/ con su botella de Resero/los bares tristes y vacíos/ por la clausura del Abasto”
La vida de Luca fue una tormenta, se radicó en Argentina huyendo de una vida de excesos. Se encontró con un país que lo acogió y lo cautivó, desarrolló toda su creatividad y genio en temas como; “La rubia tarada”, “Crua Chan”, “Heroína”, “Beautiful Losers” (Perdedores hermosos). Nos regaló la magia y el sueño de su música. 30 años después Sumo sigue siendo uno de los grupos más innovadores en el concierto de la música latinoamericana y del rock.
En el tema “Mañana en el Abasto”, Luca se marcha, se aleja del cielo, para ir por el subsuelo. Nosotros caminamos por esas calles, con la secreta esperanza de encontrar al hombre de la raída campera de cuero y los lentes oscuros. Su lucha fue siempre por la libertad. Nada puede detener a un alma infinita.
Por: JORGE DIAZ BUSTAMANTE