• 19 de abril de 2024

LECTURAS EN TIEMPOS DE PANDEMIA: ACTAS DE MARUSIA

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“Actas de Marusia” es una crónica novelada de uno de los hechos más deleznables ocurrido en la infame década de los años veinte. Muy pocas personas, en Chile y en el exterior conocían este episodio, probablemente el más indigno y cruel en las luchas sociales de nuestra historia. 

Se pensaba que Marusia era parte de un mito popular, que cruzaba la desértica pampa del Norte Grande, puesto que en los años treinta no existía una oficina salitrera que llevara ese nombre. La explicación es muy simple, después de los vergonzosos sucesos protagonizados por el ejército y las fuerzas policiales, el lugar recibió el nombre de Yungay. De esta manera el poder dominante, la historia oficial, realizaba un ominoso acto para decretar el olvido.

En el verano de 1973, Patricio Manns se encuentra con Freddy Taberna Gallegos, quien le ilustra sobre la masacre de Marusia y le advierte “por primera vez los trabajadores oponen la fuerza a los masacradores y se defienden con las armas en la mano”.

Se inicia así una exhaustiva investigación dificultada por la falta de referencias ya que no estaba reflejado en la prensa de la época, ni en folletos, ni en textos especializados. Pero la fortuna lo puso en contacto con un ingeniero de Iquique que lo llevó a conocer las ruinas de Marusia y a través de éste, logró contactarse con un ciudadano peruano sobreviviente de los hechos. El testimonio quedó registrado en una cinta grabadora, la banda fue extraviada al pasar a la clandestinidad, después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973.

Una vez en Cuba se dio la impostergable tarea de recrear el relato en su totalidad. Está escrito de manera urgente para retener en la memoria la intensidad de las imágenes entregadas en esa venturosa declaración.

Franz Kafka dice que “Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros” y es precisamente esto lo que sucede al enfrentarnos a la lectura de “Actas de Marusia”. Es un libro franco y revelador, que nos despierta del letargo cotidiano y remueve los sentidos y emociones. En el cruento escenario de la lucha de clases se debate la vida o la muerte, con trágicas consecuencias para ciertos colectivos o poblaciones humanas.

Los hechos se desarrollan en el año 1925, bajo el gobierno de Arturo Alesandri Palma, cuando los obreros organizados de la oficina salitrera “Marusia” se declaran en huelga exigiendo mejoras salariales, jornadas laborales más cortas y mejores condiciones de trabajo. En el amanecer del día siguiente aparece muerto en una calzadilla de Marusia, un mister, un “gringo”,  ingeniero que se caracteriza por su crueldad y malos tratos que propinaba a los obreros, siempre premunido de una fusta que no dudaba en azotarlos.

La dirección de la oficina señaló como culpable a un obrero boliviano, que fue ejecutado por la policía, sin mediar investigación ni juicio previo. Fresco estaba en la memoria los sucesos de la Oficina “San Gregorio”, donde Cuatro años antes el ejército chileno cañoneó y  ejecutó a hombres mujeres y niños de ese poblado. Los obreros reunidos en asamblea, comprendieron que su destino estaba echado y decidieron resistir, volaron los rieles del ferrocarril y se prepararon para la llegada de las tropas.

El grupo de avanzada llegó al mando del capitán Gilberto Troncoso, conocido como la “hiena de San Gregorio” por el populacho o como “el angel de la muerte” por las clases pudientes. Ingresaron al poblado bajo tiro de metralla y fusilería. Los obreros respondieron con dinamita, provocando el desconcierto y huida de los uniformados, así lograron requisar algunas armas y fusiles ofreciendo una resistencia tenaz.

El grueso de la tropa, unos 300 hombres, comandados por el coronel Pablo Schultz, acordonaron la oficina e iniciaron el ataque final, a metralla y fusilería, condenando  a muerte definitiva a los pobladores de la oficina salitrera Marusia. Los pocos  sobrevivientes fueron sometidos a todo tipo de torturas y vejaciones Exterminados a tiro de fusil, o a culatazos, para ahorrar el parque de municiones.

No se conoce el número preciso de víctimas de este lamentable suceso, se habla de alrededor de 500 personas. No hay cifras concretas para la muerte, no existen números para la ignominia.

Por: JORGE DIAZ BUSTAMANTE

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