• 2 de diciembre de 2024

Liberar a Paul Watson y aislar al gobierno ballenero japonés, una campaña ciudadana que debemos apoyar

 Liberar a Paul Watson y aislar al gobierno ballenero japonés, una campaña ciudadana que debemos apoyar
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Elsa Cabrera (1) y Juan Carlos Cárdenas (2) (1)Centro de Conservación Cetácea (2) Centro Ecocéanos

Paul Watson, defensor de los océanos de nacionalidad estadounidense-canadiense y fundador de Sea Shepherd, organización ciudadana mundialmente conocida por haber salvado más de 5.000 ballenas de la matanza ilegal que Japón llevó a cabo durante 30 años en el Santuario de Ballenas del Océano Austral, fue detenido el 21 de julio por la policía de Dinamarca en Nuuk, capital de Groenlandia, territorio autónomo bajo dominio danés. Tras alejarse de esa organización debido a conflictos internos, en 2022 el activista ambiental creó la Fundación Capitán Paul Watson (CPWF) con el fin de continuar desarrollando acciones directas en defensa de la vida marina. Watson y su tripulación habían recalado el buque John DeJoria para repostar antes de continuar rumbo hacia el Pacífico Norte. El objetivo de la nave era interceptar el nuevo buque factoría japonés Kangei Maru que recientemente ha comenzado la controversial caza comercial de ballenas de aleta, la segunda especie de mayor tamaño después de la ballena azul.

Atrapado en la emboscada Lo que comenzó como una nueva expedición de salvataje de ballenas terminó abruptamente debido a una notificación roja de la Interpol que se mantuvo confidencial hasta el momento de la detención. En 2012 el gobierno japonés emitió dicha notificación argumentando que incidentes ocurridos en 2010 entre la ilegal flota ballenera nipona y Sea Shepherd en el Océano Austral habrían causado “daños y lesiones”. Sin embargo dicha orden de detención dejó de estar en línea hace algunos meses, brindando una falsa sensación de seguridad al activista.

La reactivación secreta de la notificación roja de Interpol coincide con el lanzamiento del nuevo buque factoría japonés, Kangei Maru, por lo que la real motivación detrás de la detención pareciera ser política y orientada a amedrentar a quienes se oponen a las operaciones de caza de ballenas del país asiático. De acuerdo a la CPWF, la envergadura y autonomía del nuevo buque ballenero indica que Japón estaría buscando reanudar la caza comercial de ballenas en aguas internacionales en 2025, incluso en aguas del santuario de ballenas del Océano Austral.

El 1ro de agosto, el gobierno japonés solicitó la extradición de Watson por lo que el Ministerio de Justicia danés deberá decidir el próximo jueves (15 de agosto) si la acepta o la rechaza. De aprobarse, Watson podría llegar a cumplir una condena de 15 años, lo que para un hombre de 73 años de edad podría significar pasar el resto de su vida en prisión.

La “justicia de rehenes japonesa” vs el sistema judicial danés De acuerdo a un informe de Human Rights Watch de 2023, el denominado sistema de “justicia de rehenes” de Japón niega a los sospechosos de delitos el debido proceso y un juicio justo, por lo que si las autoridades danesas aceptan la solicitud de extradición de Japón, el futuro de uno de los más históricos conservacionistas marinos será más que sombrío.

Bajo la figura de prisión preventiva en Japón, Watson recibirá el mismo trato abusivo que reciben los sospechosos de delitos graves. Entre ellos se destacan la privación del derecho a permanecer en silencio, interrogatorios sin abogado, confesiones obligatorias bajo presión y vigilancia constante. Para Kanae Doi, directora de Human Rights Watch en Japón, las prácticas abusivas del sistema de justicia de rehenes “han destrozado vidas y familias, y han dado lugar a condenas injustas”.

En contraposición, el sistema judicial danés es reconocido a nivel global por su calidad y postura progresista para garantizar el respeto a los derechos humanos e igualdad ante ley. Por lo tanto, la justicia danesa tiene el deber de evitar convertirse en cómplice del sistema de justicia de rehenes japonés, y rechazar la solicitud de extradición con el objetivo de cumplir con su mandato de resguardar el derecho a igualdad y justicia para todos que la caracteriza.

Cuando los criminales de los océanos se convierten en acusadores Vigilar, investigar y tomar medidas contra personas u organizaciones que infringen la legislación ambiental y causan daño al medio ambiente se conoce como normativa ambiental. Su aplicación se refiere a las medidas adoptadas por las autoridades, organismos o particulares para garantizar el cumplimiento de las leyes y reglamentos ambientales.

Durante más de treinta años, el gobierno de Japón cazó ilegalmente decenas de miles de ballenas en el Océano Austral. Comenzó sus operaciones tras alcanzar un acuerdo con Estados Unidos para desarrollar la denominada “caza científica” de ballenas tras la adopción de la moratoria en 1986.

Las capturas se expandieron incluso después de 1994, cuando las aguas del océano Austral fueron declaradas santuario de ballenas. No fue sino hasta 2016 que Japón tuvo que abandonar la caza ballenera en la Antártica, tras el histórico dictamen de la Corte Internacional de Justicia que sentenció estas matanzas como ilegales en 2014.

Durante tres décadas Japón removió unilateralmente del ecosistema marino antártico miles de ballenas minke. Gracias a la investigación no letal de cetáceos, la ciencia ha demostrado que cada ballena viva cumple un papel fundamental en temas tan importantes como la productividad marina y el combate al cambio climático. La captura ilegal de cada una de esas ballenas por parte del gobierno japonés constituye un crimen tanto legal como ambiental.

Por lo tanto, las acciones emprendidas por Watson en 2010 se encuadran en la defensa y aplicación de la normativa ambiental. Resulta entonces irónico que nos enfrentemos a la intervención del Estado japonés, que pese a haber cazado decenas de miles de ballenas de forma ilegal durante tres décadas, ahora intenta criminalizar el legítimo derecho de autoridades, organizaciones, o en este caso, ciudadanos, de asegurar el cumplimiento de la legislación y regulaciones ambientales.

Creciente indignación mundial ante matonaje del arpón Desde el sorpresivo arresto de Paul Watson hace dos semanas, la indignación mundial se ha hecho sentir en innumerables acciones y llamados para su liberación. El 23 de julio, tan sólo dos días después de su detención, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó que estaba presionando a las autoridades danesas para evitar su extradición. A esto se suman diversas peticiones que solicitan su liberación y que conjuntamente ya suman el apoyo de varios millones de personas alrededor del mundo.

Más recientemente, el medio francés Le Monde publicó una carta firmada por destacados personajes del mundo artístico, político y académico[1], haciendo un llamado a las Naciones Unidas para interceder ante Japón con el fin de obtener la liberación de Paul Watson. En la editorial, los autores afirman que dejar a Watson bajo arresto es ignorar los principios del derecho internacional en favor de los intereses de un solo país, en desmedro de toda la humanidad. También agregan que la defensa de las ballenas no es una pretensión ambientalista, sino una necesidad científica crucial para mantener el equilibrio de los océanos y preservar la biodiversidad, esencial para la supervivencia de la humanidad. Y concluyen que liberar a Watson y responsabilizar al verdadero transgresor, el Estado japonés y sus prácticas de caza anacrónicas, ilegales y moralmente cuestionables, es una responsabilidad compartida por todos.

Llamado a la acción para la defensa de la vida Como organizaciones de la sociedad civil históricamente comprometidas con la defensa del derecho a la protección de la biodiversidad oceánica – especialmente de mamíferos marinos – de las acciones criminales de los Estados y corporaciones empresariales, el Centro de Conservación Cetácea y el Centro Ecocéanos se unen al llamado mundial para solicitar a las autoridades danesas rechazar la solicitud de extradición a Japón de Paul Watson, y solicitar su liberación inmediata. Invitamos a todos los lectores, organizaciones ciudadanas y comunidad científica a sumar su nombre en la defensa de la vida y los océanos, así como en la aplicación de las normas y regulaciones internacionales vigentes, relativas a la conservación de la biodiversidad marina y el resguardo de los derechos humanos.

 

[1] Dominique Bourg, filósofo y académico franco-suizo; Laura Cazador, periodista y cineasta suiza; Arthur Dahl, presidente del Foro Internacional del Medio Ambiente y ex director ejecutivo adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente; Olivier De Schutter, relator especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos en las Naciones Unidas; Isabelle Durant, experta sobre el derecho al desarrollo en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; Benjamin Joyeux, periodista y militante ecologista, consejero regional de Auvernia-Ródano-Alpes; Jacques Martenot, militante por la no violencia y la paz; Philippe Roch, antiguo director de WWF Suiza y de la Oficina Federal de Medio Ambiente; Lisa Silvestre, representante del Movimiento por la Paz del Gran Ginebra; Marie Toussaint, eurodiputada verde, cofundadora de Notre Affaire à tous.

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