• 29 de abril de 2024

Los cazadores

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Durante los años 80 costaba mucho conseguir trabajo en Puerto Natales, la única opción posible de lograr encontrar un buen laburo era al otro lado del alambre, muchos vecinos se dirigían a la Argentina, pero yo no quería eso, así que decidí convertirme en cazador de conejos y de liebres.

En nuestro pueblo mucha gente trabajaba en el Pem y el Pojh, esos eran los planes de absorción de empleo que creo la dictadura, pagaban una míseria, pero era lo que había disponible.

Primero pedíamos permiso a los dueños de las parcelas o de las estancias para poder cazar en sus predios.

Para realizar nuestra tarea comenzamos a utilizar "guachis" (un lazo de alambre) para cazar las liebres y los conejos. Primero fueron guachis luego comenzamos a utilizar rifles del calibre 22.

Era una tarea pesada, pero gratificante ya que no se ganaba mal, a los dueños de los campos les pedíamos permiso para colocar los guachis, nos autorizaban y comenzaba la aventura.

Recuerdo de qué duro fue aquel invierno de 1988, pero teníamos que ganarnos el pan.

Nos dirigimos a la estancia de Cerro Guido en la camioneta argentina C-10, estaba nevada la huella (el camino), nos dirigíamos al puesto que se llamaba la Antártica que se ubicaba cerca de Guido, como telón de fondo teníamos a Las Torres del Paine, al llegar al lugar donde haríamos nuestro campamento nos contaban los ovejeros de que estaba encantado, de que habito un Brujo durante muchos años, pero los mitos eran comunes en lugares a donde habitaba la soledad y el silencio.

Durante la tarde colocamos los guachis, volvimos al puesto y en la amanecida fuimos a buscar nuestros conejos, había mucho frio, comenzaba a despuntar el sol y de pronto logramos ver en el cielo algo que nos sorprendió, era una gran luz que pasaba muy lentamente sobre nosotros y pudimos ver como una especie de tren de aterrizaje, pensábamos de que era la fuerza aérea que estaba haciendo ejercicios en el lugar, pero de pronto la luz comenzó a cambiar de colores y eso no era normal y desapareció, quedamos sorprendidos y no había explicación lógica para lo que habíamos presenciado.

Continuamos con nuestra labor, llegamos al puesto a desayunar y a dormir un poco y vimos una gran parvada de gansos, que nos recibieron de forma estruendosa, preparemos unos huevos revueltos y le contamos al ovejero de lo que nos había sucedido y él nos afirmó que se ven luces extrañas en el cielo, pero no hay que tener miedo a ellas. Le contamos de los gansos y nos dice de que no había gansos bajo su cuidado y de que eran fantasmas, alguna vez un antiguo puesteros crio ese tipo de aves, pero ya no existían.

Este hombre de campo nos contó una historia de un cazador que encontró una liebre en el campo y le apuntó, el animal le pidió de que no la matara ya que tenia que cuidar a su familia y él disparó al aire mientras el animal corría por la pampa en busca de sus hijos.

La Patagonia siempre nos sorprende con sus historias y sus mitos que se encuentran en la oralidad de sus habitantes.

Por: Juan Salvador Miranda V.
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