LOS MAL PORTADOS
El pasado miércoles, durante el habitual balance de la autoridad sanitaria respecto del avance de la pandemia en Chile, el ministro de Salud, Enrique Paris, dijo que “Magallanes no se había portado bien”. Esto, por el preocupante aumento de un 200 por ciento de los casos positivos de coronavirus en los últimos días. Además del llamado de atención, se informó que la comuna de Punta Arenas retrocedió en el plan de desconfinamiento desde la etapa de Preparación a Transición, lo que implica una serie de restricciones a la libertad de las personas, como la obligación de mantener cuarentena los fines de semana y festivos.
El Intendente José Fernández reaccionó de inmediato expresando que esto era “consecuencia de la irresponsabilidad de algunos grupos, que han seguido manteniendo reuniones sociales, fiestas, aglomeraciones”. Y el alcalde Claudio Radonich, por su parte, manifestó que “más que portarnos mal, nos acostumbramos a que el virus ya no era tema en la casa; podía ser en la pega, donde se usa alcohol gel, la distancia, la mascarilla, pero llegamos a la casa y como que tenemos un criterio distinto. No sacamos nada con estar con alcohol gel cuando trabajamos, si llegamos a la casa y tenemos fiestas”. El edil cerró diciendo que “si tuviéramos un manual de la pandemia ya lo hubiéramos comprado, es como decirle a Melbourne que se portó mal, que Barcelona se portó mal”. ¿Todo es responsabilidad de la ciudadanía, que se lanza temeraria a la vida sin mascarilla ni distancia social? Resulta evidente que no.
El principal responsable del manejo de la pandemia es la autoridad, como encargada del diseño de los planes preventivos para contener la propagación del virus. Y también de llevar adelante una adecuada fiscalización, con el fin de verificar el cumplimiento de las políticas públicas adoptadas para proteger la salud de la población. En ambas dimensiones se han registrado fallas, algunas más graves que otras. Pero la sumatoria de conductas, errores, negligencias y falta de prolijidad, redunda en que los casos positivos se disparen, amenazando con estresar nuevamente la red hospitalaria de la región. El propio Intendente Fernández reconoció que quizás ha faltado un control más estricto con pasajeros que llegan a Punta Arenas y que los últimos brotes masivos de COVID corresponden a plantas pesqueras, donde no se han cumplido las medidas sanitarias. Esto llevó a la clausura en las últimas horas, de tres sucursales de una misma empresa en Punta Arenas. Falta de distancia social entre los trabajadores y mal uso de la mascarilla, fueron algunas de las infracciones constatadas por los fiscalizadores.
Según los expertos, la pandemia seguirá presente durante un tiempo indeterminado, hasta que se cuente con una vacuna que permita inmunizar a la población. En tanto eso no ocurra, la única manera de proteger a la comunidad es justamente mediante el uso adecuado de mascarilla, lavado de manos y distancia social. Pero no basta con enunciarlo, la fiscalización es imprescindible para el cumplimiento de las medidas sanitarias, tanto en el trabajo, como en el comercio y la vía pública. Y aquí aparece nuevamente el rol de la autoridad. “La responsabilidad en el manejo de una pandemia es una responsabilidad compartida. Creo que no es culpa de la gente, es una responsabilidad compartida entre la población y todas las autoridades, incluido este ministerio”. Con humildad, el ministro de Salud rectificó sus dichos del día anterior. Porque cuando el control de una pandemia falla, los mal portados somos todos. Y las consecuencias también nos afectan a todos. –