Napoleón

La última producción de Ridley Scott es sencillamente brutal, las dos horas y cuarenta y cinco minutos pasan volando.

La cinta es una obra meticulosamente trabajada en todo su apartado técnico. Nos sumerge en el caos de Francia con un hombre que reestableció y engrandeció el orden militar, con un Joaquín Phoenix magistral. Una gran película que sufre en su rapidez de acontecimientos, es como un video clip extendido, pero tranquilos hay un corte del director de cuatro horas, esperamos con ansias poder verlo, donde se desarrollara mejor la historia.

En estos días Napoleón Bonaparte esté en bocas de todos, incluso llegando a ser TT en las redes sociales. Vale la pena ver la película y entender que no está completamente apegada al dato histórico, sobre todo las batallas, sin embargo, ¡vale la pena verla, sin lugar a dudas!

Ridley Scott nos muestra al genio militar, al hombre inseguro, el emperador que en la intimidad se hacía pequeño, un ego descomunal que sólo se quebraba frente a su Josefina.

Napoleón no es una clase de historia sino una fascinante mirada al hombre que surgió de la nada y cambió al mundo.

Napoleón tiene momentos épicos que recuerdan al Hollywood de antaño.

Con 85 años, el director nos está entregando una lección de cine, una obra maestra, quizás incomprendida, pero que lograra ser reivindicada con el paso del tiempo.

Si buscan entretención, la encontraran, pero no esto no es el cine de ahora, ese de guiones fáciles y acción por doquier, el que verán, es una obra de autor de la vieja escuela, esa que esta desapareciendo.