“NATALINOS. CIUDADANOS DE LA PATAGONIA LEJANA”
“NATALINOS. CIUDADANOS DE LA PATAGONIA LEJANA”.
Autor: Víctor Hernández. (Sociedad de Escritores de Magallanes). Crónica aparecida en el diario “El Magallanes” de Punta Arenas. Suplemento “El Sofá”, día 2 de julio de 2024.
En julio de 2023, el sociólogo de la Universidad de Concepción, Ramón Arriagada Sepúlveda, publicó con el sello Fiordo Azul, una selección de sus principales crónicas vertidas durante más de cuarenta años en diversos medios escritos regionales, que revelan su preocupación por la zona de Última Esperanza y, especialmente, por la ciudad de Puerto Natales, donde el autor se radicó en 1982.
Ramón Arriagada es ampliamente conocido en Magallanes por su trayectoria en el ámbito de las ciencias sociales y como un activo dirigente gremial. Gestor de varias iniciativas culturales, fue Director del periódico “Patagonia Mía” que circuló entre 2002 y 2005. “Natalinos. Ciudadanos de la Patagonia lejana” en cuyo diseño de portada y diagramación participó Sergio Sazo V. En la corrección y edición Andrés Fernández Kusanovic-, es su cuarto libro, producción iniciada con el estudio “Juan Ladrillero, el navegante olvidado” en 2005; el ya clásico “La Rebelión de los Tirapiedras” (2010) – obra que lleva cuatro ediciones-, y la recopilación de refranes, dichos, decires y proverbios de esta zona denominado “Refranero de la Patagonia” editado en 2021. Actualmente es miembro del Centro de Estudios Históricos de Última Esperanza.
“Natalinos. Ciudadanos de la Patagonia lejana”, es un texto de 199 páginas que reúne treinta y dos crónicas; si bien, algunas de ellas se refieren a situaciones que acontecieron en distintos momentos en Magallanes, con la participación de personajes en sucesos de indudable impacto histórico y social, y que vemos reflejado en este libro por ejemplo, en el caso de los aventureros franceses Eugene Pertuiset e Hilario bouquet, desmenuzados por el autor en “Embusteros por la Patagonia” en “Charcot en Punta Arenas”, en “Julio Munizaga Ossandón (1888-1924), antecedentes de su estadía en Magallanes para una caracterización de la sociedad de la época”, o en “Austriacos, yugoslavos y croatas”. Sin embargo, la mayoría de estas crónicas están enfocadas al análisis de hechos y de personajes que dieron vida al Puerto Natales de antaño.
En esta semblanza, dedicamos principalmente nuestra atención, a episodios conocidos, otros olvidados, del acontecer de Última Esperanza, en particular, al tema sindical y las luchas obreras que Arriagada trata en su obra, como, asimismo, la conexión, entre el mineral y la ciudad de Rio Turbio con las familias de Puerto Natales.
UN TRIPERO AL PARLAMENTO.
Son pocos los trabajos que se han escrito sobre Juan Efraín Ojeda. Es una verdadera lástima por cuanto se trata de uno de los políticos más importantes que ha tenido Magallanes en toda su historia. Nacido en Rilán, Chiloé, el 5 de marzo de 1910, tenía cuatro años cuando llegó a Puerto Natales. Canillita, a los trece años se le cuenta entre los organizadores de la primera huelga de los velloneros en la estancia Cerro Guido.
Pocos autores se han referido a este hecho, entre estos, el profesor Luis Godoy Gómez en un articulo titulado, “Elogios a un ex diputado, publicado en el dominical “El Magallanes” el 30 de noviembre de 1994 y el escritor Jorge Díaz Bustamante, en algunos pasajes de sus libros, “crónicas de Última Esperanza: el paisaje y su habitante” (2003).
Juan Efraín Ojeda trabajó desde muy joven en la sección tripería del frigorífico Bories, allí formó parte en calidad de secretario, del Sindicato de campo, frigoríficos y oficios varios de Última Esperanza; fue el regidor (1935) y el diputado más joven elegido democráticamente en Chile en 1937, reelecto siempre con la primera mayoría hasta 1953. Autor de emblemáticos proyectos para la provincia, entre los cuales se recuerda el que hizo posible la edificación, con apoyo de la sociedad constructora de establecimientos hospitalarios, del antiguo Hospital Regional en calle Angamos aquí en Punta Arenas.
En su libro, Arriagada le dedica la reseña “Juan Efraín Ojeda, diputado magallánico”, en donde se explaya sobre un acontecimiento poco estudiado de la historia sindical de Puerto Natales como fue el movimiento huelguístico iniciado en diciembre de 1935, por la negativa de los estancieros para aumentar los salarios de los obreros y campesinos.
Como sabemos, el Sindicato de campo y frigoríficos, con sus más de dos mil afiliados, no estaba constituído legalmente y carecía de personería jurídica reconocida, de modo que las autoridades de turno declararon la huelga como ilegal. Fue la excusa para enviar un piquete de quince carabineros. En su crónica, Arriagada intercala una nota del vespertino El Magallanes, que informaba en su edición del 14 de diciembre de 1935: “la causa de este movimiento han sido dificultades surgidas entre patrones y campesinado, debido a que estos últimos pedían la firma de un contrato colectivo de trabajo anual y los patrones sostienen que las faenas en la ganadería solo duran a lo sumo unos meses, por lo que no seria de justicia el contratar trabajadores por un año”. Mientras el gobierno de Arturo Alessandri anunciaba que el Crucero Blanco Encalada se dirigía a Natales, el secretario del sindicato, Horacio Lara, enviaba un telegrama al diario “La Opinión” en Santiago que advertía: “en presencia del movimiento de obreros que se ha producido, se hace necesario pedir garantías, pues la situación de los obreros es difícil. Se teme la repetición de los sucesos de Lonquimay. Informe al ministerio. Se espera la venida de parlamentarios de izquierda para pedir sus órdenes”.
Cuando el secretario Lara se refiere a los “sucesos de Lonquimay” está pensando indudablemente en los hechos de sangre ocurridos en el invierno de 1934, que Reynaldo Lomboy describió en su famosa novela histórica “Ranquil”, publicada en 1942, dramatizada también, por Isidora Aguirre en “Los que van quedando en el camino”, obra de teatro estrenada en 1969, tragedia recreada nuevamente por Patricio Manns en 1998 con su “Memorial de la Noche”. Al parecer, los integrantes del sindicato de campo y frigoríficos estaban al tanto en detalle, de la masacre campesina en la zona de Malleco en donde perdieron la vida alrededor de quinientos campesinos y pehuenches, reprimidos por ejército y la policía.
A contar del 16 de diciembre, comienzan a ser detenidos los principales dirigentes del movimiento obrero, entre ellos Juan Efraín Ojeda, Regidor de Puerto Natales, principal redactor del diario “El Esfuerzo”, clausurado días mas tarde. En Santiago, la noticia es difundida en los medios periodísticos por el senador Marmaduque Grove y el diputado Andrés Escobar. En plena semana de navidad, el diario “El Natales” cercano a la iglesia católica y al gobierno, destacaba en varias publicaciones la presencia del Crucero Blanco Encalada anclado en el muelle de la ciudad. El 20 de diciembre afirmaba: “la llegada de este barco de nuestra Armada hasta Natales ha sido con el objeto de practicar y al mismo tiempo para cooperar al resguardo del orden, aún, cuando este hasta el momento no ha sido alterado en ningún modo”.
Es interesante el tratamiento utilizado por Arriagada para seguir los acontecimientos, contrastando las noticias que publicaban diarios y periódicos de distinto signo ideológico. Al respecto, El Magallanes en su edición del 23 de diciembre de 1935 señalaba: “han llegado hoy detenidos los cabecillas del movimiento de huelga desarrollado en Natales y que aun se mantienen los que deberán ser remitidos al norte del país para su juzgamiento de acuerdo con las disposiciones vigentes”.
“El Natales” en cambio, en nota del 27 de diciembre de 1935 manifestaba: “Tenemos conocimiento que en el vapor “Alejandro” que llega hoy, vienen con destino a Valdivia los detenidos del movimiento ilegal que habían sido llevados a Magallanes. También serían enviados los dirigentes del Comité Femenino, que actualmente se encuentran detenidos”. A su vez, El Magallanes luego de relatar la llegada del vapor con los detenidos a Puerto Natales, narra el encuentro que estos sostienen con sus seres queridos: “fueron visitados por sus familiares, produciéndose escenas conmovedoras, al despedirse de los suyos que quedaron en desesperante situación, mientras ellos van camino a la cárcel valdiviana para ser juzgados en la Corte”. Es imprescindible precisar algunos puntos. Observamos que el diario El Natales suele expresarse sobre el traslado de los detenidos “hacia Magallanes”. Recordemos que, durante diez años, 1928-1938, Punta Arenas, cambió de nombre; en reemplazo, le fue designada la misma denominación que se reconocía a la provincia. En este escenario, se produjo la huelga del Sindicato de Campo y Frigoríficos, estudiada por Arriagada. Otro elemento que debemos considerar, es que los obreros fueron trasladados al norte del país porque en esa época, Magallanes, al carecer de una Corte de Apelaciones, dependía judicialmente de Valdivia.
En los medios periodísticos se revelaba, además la existencia de un Comité Femenino, cuyas principales dirigentes estaban detenidas. Se trataba de su presidenta María Vásquez y las secretarias Margarita Barría y Olga López. En su análisis, Arriagada concluye que por triste coincidencia viajaban hacia Valdivia para ser juzgados en el vapor Alejandro, que había servido de barco-cárcel, por los sucesos de Puerto Bories, el 23 de enero de 1919.
Lo que siguió a continuación, tiene ribetes novelescos. los presos recalaron el 5 de enero de 1936 en Puerto Montt, donde los esperaba una multitud. El diario La Consigna, de filiación socialista, aseguraba que los obreros tuvieron que pagar de su propio pecunio para llevar sus equipajes y que en Valdivia el recibimiento fue apoteósico. Sobre las mujeres detenidas se publicó el comentario: “una es madre de cuatro pequeñuelos, la otra muy joven, una flor proletaria que se alzó en las tribunas de Natales, para verter el verbo de la redención y que ahora con su sonrisa viene a poner una nota en las mazmorras de la cárcel de Valdivia”.
El 15 de enero se supo finalmente, que el magistrado Rafael Fontecilla dejaba en libertad a los huelguistas. El 23 de enero retornaban a Puerto Natales, (justo se cumplían diecisiete años de los sucesos del 19) si bien, Juan Efraín Ojeda el principal líder del movimiento partía a Concepción para encontrarse con Marmaduque Grove a un Congreso del Partido Socialista.
De vuelta en Natales, propuso desde el municipio la moción de que la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego entregara campos para que fueran parcelados lo que permitiría la llegada de nuevos habitantes a la zona. En respuesta, Ojeda y el abogado Néstor Donoso fueron relegados a Chiloé, acusados como infractores a la Ley de Estado de Sitio. En su destierro, el joven regidor empezó a fraguar su futuro político: el 7 de marzo de 1937, con el lema “Un Tripero al Parlamento”, derrotaba por amplio margen, al diputado en ejercicio, Manuel Chaparro Ruminot.
CUANDO EL RIO NO ERA TURBIO.
Así titula Ramón Arriagada una de sus crónicas. Para empezar, el autor cita el censo de 1970 en que la población de Puerto Natales alcanzaba a 13.675 habitantes, de los cuales, 2.800 trabajaban en el mineral del turbio. Para 1976, – señala Arriagada- como escaseaban lugares para habitar, alrededor de 600 mineros chilenos viajaban de acuerdo a turnos, teniendo a Natales como ciudad dormitorio.
En esta breve reseña, el autor pareciera interpretar el pensamiento del escritor Nicasio Tangol, quien aseguraba a El Magallanes en un artículo, aparecido el 23 de abril de 1953, que los chilotes fueron los verdaderos forjadores de la Patagonia. Según el diario El Austral en la edición conmemorativa de los 50 años de Puerto Natales en mayo de 1961, el mineral argentino producía 500 toneladas diarias; agregaba que trabajaban cerca de 1.200 mineros, en su totalidad chilenos-chilotes; otros 1.800 se desempeñaban en la superficie, del cual un 80% también eran chilenos. El periódico natalino afirmaba, además, que, en la construcción de la línea férrea de la trocha angosta de 270 kilómetros, que unía las localidades de Río Turbio y Río Gallegos trabajaron 600 chilenos, mientras que, para 1951 ya laboraban cerca de 1.200 mineros en el yacimiento, chilotes en su mayoría, y otros 200 en obras camineras.
Arriagada plantea varias hipótesis entre la continua diáspora chilota a la Patagonia y la relación trabajo-hombre en Rio Turbio. “los jóvenes chilotes ven llegar de visita a los campos de la isla, a hermanos y primos que hablan del buen pasar en Natales. En la partida, la promesa de seguir en contacto y, a la primera oportunidad de trabajo toman la decisión de viajar en vapor al sur del sur. Los años siguientes al terremoto y maremoto de 1960, las olas migratorias se incrementaron”.
El autor sostiene que el punto de quiebre de este proceso, se vivió durante el conflicto de límites que Chile tuvo con Argentina en 1978.
A raíz de la crisis, los trabajadores chilenos chilotes, fueron reemplazado por obreros del norte argentino y por mano de obra boliviana y paraguaya. En otra crónica, denominada “Sueños de Carbón”, Arriagada retoma el caso de Río Turbio, en los instantes en que se producía el trágico accidente en la mina del 14 de junio de 2004, con su saldo de catorce víctimas fatales y concluía:
“en Natales, mineros jubilados y activos acompañaron con sus lámparas y buzos a los compañeros caídos. Ellos sobreviven en Chile con pensiones miserables, por el problema del cambio de moneda. Para tener una atención médica deben viajar al otro lado de la frontera, pues en Chile no tienen acceso a ninguna previsión, siendo tratados como parias”.
LOS OLVIDADOS MÚSICOS DEL CORAZÓN.
Es el nombre que Arriagada designa a dos de sus crónicas, dedicadas a recrear la antigua y particular bohemia natalina, ya casi en extinción, y que señala con una bajada de título que dice: “perfumes de rosas de la calle Prat, donde se toma whisky con champagne”.
El autor realiza un recuento de las actividades y de los grupos musicales que desaparecieron de la vida natalina. Las orquestas de fines de semana o del “pensamiento libre”, que hicieron bailar en las décadas del 40 y 50 a los natalinos, en los clubes sociales Bories, Natales y Esmeralda, con intérpretes como los bandoneonistas Segundo Alvarado y Benedicto Puratíc; el saxofonista Ñofo Mansilla, el acordeonista Carlos Scholer y el inolvidable Trío Armonía, estaban los llamados músicos marciales, que animaban ceremonias sociales o patrióticas, cuyo origen se remonta a 1923 cuando un grupo de jóvenes, Juan y Francisco Yutronic, Floridor Sobarzo, Paillaman y otros, fundan el Club Musical Última Esperanza empleando instrumentos de viento como pistones, clarinetes, trompetas, tubas y trombones; luego de cierto tiempo, pasan a llamarse Orfeón.
Hubo otros grupos de músicos que actuaban en los quilombos, casas de remolienda con nombre singulares: “Royal”, “Viña del Mar”, “la casa de la fina cañas”, “Moulin Rouge”, “Shanghai”. En cada uno de estos lenocinios ubicados en calle Prat a una cuadra del colegio María Mazzarello de las monjas salesianas, había entre ocho a diez señoritas asiladas, las que ejercían la prostitución. Arriagada entrevistó a Alberto Melitón Ojeda, quien vivía solo en una casa desvencijada de la calle Chorrillos. A los 16 años, junto al baterista Luis Díaz y a la guitarrista Armando Quinán, formaron el conjunto Los bohemios. En 1938 fueron contratados para animar las noches en el cabaret de Candelaria Catriao. Músicos destacados de la noche natalina fueron, el trompetista Timoni, el bandoneonista Vásquez, el acordeonista Sorzona, el violinista Díaz y el pianista Hinojosa y Perotic.
Imagen de la nota: Ramón Arriagada Sepúlveda.