• 27 de abril de 2024

No es polarización, son dos visiones distintas de la Historia

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Por: Manuel Luis Rodríguez U.

No es polarización son visiones distintas.

En las proximidades del 50 aniversario del golpe militar del 11 de septiembre el debate público se ha vuelto cada vez más intenso.  Y es natural porque es una fecha que no deja indiferente a nadie y donde cada uno tiene una visión particular de los hechos y de sus consecuencias.

A través de cinco décadas, la cuestión del 11 de septiembre ha sido controversial, porque refleja que hace 50 años atrás, unos consideraban el golpe militar como necesario y otros consideraban que era posible evitarlo mediante el diálogo.

La controversia está instalada en la historia y en la interpretación de la historia. No es una Historia la que contamos: son varias historias distintas y a veces divergentes. Hoy vemos que hay un sector de la sociedad que aplaude, justifica y valora positivamente el golpe de 1973 y hay otro sector que rechaza y condena el derrumbe de la democracia y el inicio de 17 años de una dictadura sangrienta y criminal.  Y entre medio hay muchos que desconocen los hechos y su contexto, que no se interesan en asuntos políticos y que prefieren mantenerse al margen de la controversia.

Quién justifica la causa, justifica las consecuencias.

Debemos reconocer que aquí hay a lo menos dos visiones de la historia, dos maneras distintas y divergentes de interpretar lo que ocurrió en septiembre de 1973, de lo que ocurrió desde el 4 de septiembre de 1970 y lo que sucedió después del golpe militar.  En los hechos, un sector de las fuerzas armadas, apoyados e instigados por la oligarquía empresarial chilena, actuó desde 1970 para derribar al gobierno del Presidente Salvador Allende contando con el activo apoyo económico y político encubierto de los Estados Unidos, a fin de frenar e impedir los cambios sociales y económicos que se habían prometido al país en el programa de la Unidad Popular.

Lo dramático del golpe de 1973 no es sólo es el bombardeo del Palacio de la Moneda, símbolo material del poder presidencial en Chile, sino una secuela de 17 años de crímenes, asesinatos, torturas, detenciones ilegales, expulsiones y exilio, exoneraciones, relegaciones, fusilamientos, desapariciones forzadas y numerosas otras violaciones sistemáticas a los derechos humanos perpetradas por agentes del Estado y sus numerosos cómplices y encubridores.

De este registro histórico dramático de los hechos ocurridos desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990, efectivamente documentados en los Informes Rettig y Valech, resulta entonces que quién justifica y considera necesario el golpe, valida y legitima las consecuencias y los efectos del golpe.

Quién justifica las causas, justifica las consecuencias.

Siendo un hecho histórico que marcó para siempre el devenir de nuestro país, puede afirmarse que ninguna familia en Chile quedó al margen del impacto social, humano, económico y político que significó aquel acontecimiento.

Fuente: Publicada en Ovejero Noticias

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