• 10 de octubre de 2024

Nuestra historia oculta. Arthur Button un sorprendente hallazgo

 Nuestra historia oculta. Arthur Button un sorprendente hallazgo
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NOTA DEL EDITOR:

El autor del texto que publicamos pertenece al escritor y sociólogo natalino, Ramón Arriagada, miembro del Círculo de Estudios Históricos de nuestra ciudad. Fue presentado en el 5° Congreso de Historia de Magallanes el año 2005. Por su interés para nuestra Serie “Nuestra Historia Oculta” le hemos solicitado la autorización correspondiente para hacerlo llegar a nuestros lectores. Se trata de un relato lleno de sorpresas para quienes están interesados en nuestra bonita historia local. El sólo hecho que en 1905 se hablaba en Punta Arenas de la existencia de milodones que acompañaban a agricultores que vivían en un valle feliz cerca de la naciente Puerto Natales, vestigio de las creencias de registro de la Ciudad de los Césares, en la Patagonia nos parecerá sorprendente y gratificante.

 

La búsqueda de nuevos hechos para la historiografía de Ultima Esperanza, irremediablemente, no nos ha permitido el descubrir connotados cronistas de ella.  Una revisión estricta  de las fuentes de información históricas nos ha llevado ya sea a simples testimonios a manera de diarios de  viajes como los del capitán Eberhard,  que  con el nombre de “El Descubrimiento de la Ultima Esperanza” publicara en castellano el  profesor Werner Gromsch en el año 1922 ;  el  folleto testimonial de Luis  Ojeda “Los sucesos de Ultima Esperanza ocurridos en Puerto Bories y Puerto Natales el 23 de enero de 1919” publicado ese mismo año;  las crónicas periodísticas de  Carlos Zorrilla,  corresponsal de “El Magallanes” en los años 1915 y 1916;  los poemas y escritos de  Rogelio Figueroa que con el seudónimo de “Tácito” fueron publicados y  conocidos en los años veinte.  

Estas crónicas,  no obedecen a una estructuración a partir de las cuales se pueda llegar a generar una vertebración lógica,   buscando posteriormente  las  posiciones alternativas respecto de los enfoques.  

A esta parte de la Patagonia le faltó un cronista como Lucas Bridges,  José Maria Borrero o  Lucas Bonacic.  Es por ello que la lenta  recuperación de los escritos de Arthur Button, pueden  ser de mucha utilidad para nuestra  información histórica.  Además,  en la perspectiva planteada por el presidente de este  Congreso en la Ceremonia inaugural,  seguiremos buscando un texto  cuyo autor es Ismael Villarroel, escrito entre los años 1915 y 1920 cuyo título es “La Esclavitud de una Raza”, que si sus contenidos son tan trascendentes como lo promete su autor,  entregaría una buena información sobre estos años tan decisivos y turbulentos en la naciente ciudad.

COMENTARIOS SOBRE LA CIUDAD DE LOS CESARES

Resumiendo,  Arthur Button  llegó a Ultima  Esperanza en el año 1905, procedente de Inglaterra,  desde Linconlshire  donde había nacido alrededor de 1870. De paso por Buenos Aires, viajó a Punta Arenas. Los funcionarios de  Aduanas del vecino país le recomendaron no viajar a Chile y menos a esta parte del territorio  “ya que existía la posibilidad de una guerra y yo iba directo hacia donde la lucha estaría teniendo lugar”. Según las informaciones que circulaban en la capital del vecino país, señala Button  “la milicia chilena estaba atravesando la  región en disputa, según me dijeron habían leído en el periódico el día anterior”.  Al llegar a tierras magallánicas  sus testimonios son muy interesantes respecto a la vida y las aspiraciones de los  habitantes de Magallanes en aquellos años.  De partida no vio policías  y  Punta Arenas era una ciudad tranquila, siempre azotada por el viento con dos edificios rodeados por  muchas casuchitas.                                   

Arthur Button en sus  recuerdos  sobre  el arribo a Punta Arenas en 1905 deja entrever su vivo interés por los  hallazgos en la Cueva Eberhard del Milodón, respecto del cual hace constantes consultas, ya sea en el hotel  donde pernocta como a quienes encuentra en sus paseos por  Punta Arenas.  No  estaría dentro del campo especulativo decir que  él tiene una muy buena formación literaria y científica.  En la zona de Ultima Esperanza,  Button da testimonio que se encuentra una expedición recorriendo la Cueva,  además en conversación con algunos ovejeros del lugar, estos dan por cierto que aún en los valles interiores existen milodones. 

Los  ovejeros aseguraban a quien los quisieran escuchar que  “una tribu de indios que vivían en las montañas se encerró en  un valle que era como el paraíso. Nadie podía salir ni  entrar” – el relato continuaba-   sus informantes los ovejeros decían que subiendo al punto elevado de la montaña veían… “ a los indios trabajando, cosechando trigo con animales grandes como milodones, con el maíz casi cubriéndolos por completo”. En el escrito que hemos tenido a la vista,  de muy reciente traducción  y del cual hemos extractado estos  párrafos,  Button  se mofa de tanta ingenuidad por parte de los habitantes y como explicación  a tanta leyenda, señala que es posible  sean demasiado devotos y seguidores de las historias de Allan Quartermain o  Rob  Roy.

BUTTON TODO LO ESCRIBÍA

Lo anterior es un indicio que Button, trae un buen bagaje cultural, y no es un “gringo duro” como se les catalogaba a los migrantes ingleses.  Evidencia ser conocedor de las obras de Henry Rider Haggard autor de “Las Minas del Rey Salomón”  y del  escritor inglés Walter Scott.  Permítaseme un paréntesis ilustrativo,   la lectura de las novelas históricas de  Scott entusiasmaron a la Inglaterra de mediados siglo XIX,  tanto como  los poemas de Lord Byron. Fue tal éxito  literario de Scott, que escribió  32 novelas  en diecisiete años.

Rob Roy, personaje al cual se  hace alusión,  es el Robin Hood escocés, un bandido empeñado en glorificar el pasado heroico  de los HighLands, luego de la unión con Inglaterra en 1707. Pero tal vez el personaje que más encantará a Arthur Button como a los demás jóvenes ingleses será Ivanhoé, otro personaje de Scott.  Estos libros junto a “Las Minas del Rey Salomón” es posible hayan marcado  mucho a Button, tanto en sus deseos de aventurar y llegar a la Patagonia,  como de inclinarse por la literatura y ese afán de entregar sus  vivencias  en largos escritos  contenidos en prolijos cuadernos.

Nuestro personaje llega a Última  Esperanza, nada menos que en el año 1905.  Este año  marca un hito importante en la tenencia de la tierra en Ultima  Esperanza.  El  presidente de Chile  Germán Riesco,  político  proveniente de los sectores  ligados a la oligarquía terrateniente, firma el decreto ordenando  el remate de todas las tierras de Ultima Esperanza para el día 15 de marzo de ese año.   El gobierno central  no considera que en estos parajes ya están  afincados alrededor de 400  pobladores, la mayoría de ellos ingleses y alemanes, más algunos connacionales. 

EL AÑO DE LA LLEGADA DE LA EXPLOTADORA                               

Button es posible haya presenciado en la primavera de ese año,  cuando arriba por vía marítima, la partida de los expropiados y  la llegada del poder omnipresente de la gran empresa  capitalista de la tierra, la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego. Debe haber tenido sentimientos compartidos al ver  llegar tantos compatriotas ingleses, quienes vienen hacerse cargo de los puestos más relevantes de la  Explotadora, mayoritariamente de propiedad de la transnacional inglesa Duncan  Fox.  A  la vez, sus sentimientos de justicia y sensibilidad social, deben haber estado junto a los expulsados  de la tierra.

Al llegar Button a  Ultima  Esperanza en 1905, solicita  una de las hijuelas que  Tierras y Colonización está entregando en el sector de Puerto Prat. Su primera residencia será en lo que Eberhard en su labor de descubridor llamará “Puntilla del Jamón Podrido”. En el año 1910 ya está residiendo en su hijuela de Puerto Prat junto a su esposa  Mary Ann  Gamble, quien no llegó acompañándole en 1905.  Cuando  se funda Natales en 1911, los Button junto a otros  pobladores permanecerán en Puerto Prat desarrollando labores agrícolas que les permitirá la subsistencia. Allí nacerán sus hijos Arthur, Francis   y Leslie 

En nuestro periódico “Patagonia Mía”  del mes de marzo del 2003, publicamos una crónica que llevaba por título “Los Button de Puerto Prat: la increíble vida  de  ingleses ermitaños”.  Sus contenidos fueron muy sorpresivos para muchos natalinos que tuvieron contacto con la familia Button.  Muchos pensaban que Arthur era un inglés  poco instruído que sólo se dedicaba a vender mermeladas, quesos y huevos junto a su hija Francis, allá por los años 50.  Francis, sobrevivió a toda su familia y murió como una ermitaña  en el año 1978. Los últimos días los pasó en el  Asilo de Ancianos de Natales, ya que eran tan deplorables  sus condiciones de vida- convivía con gatos y gallinas-  que fue necesario este obligado traslado.

LOS DOLORES DE UNA FAMILIA PIONERA

Un momento de mucho dolor  sufrieron los Button-Gamble, cuando su hijo mayor, Arturo Francisco, falleció en Punta Arenas mientras cumplía con su servicio militar.     

Ese año el joven se había marchado a Punta Arenas en abril. Una de aquellas enfermedades que no tenían control  terminó con sus días.  Hemos tenido en nuestro poder  una misiva donde el Obispo Arturo Jara, solicita al párroco de Natales darle cristiana “a pesar de ser los padres del extinto protestantes” (Archivo Nelson Alvarez ). La misiva  tiene fecha 2 de junio de 1930 y  por la información de diarios de la época fue una ceremonia muy concurrida. Sobre todo porque en el vecindario de Natales, se corrió la voz que el joven había  fallecido debido al sufrimiento –que hoy llamaríamos depresión – por el hecho de haber sido separado de su hábitat, junto a los suyos,  sin tener muchas nociones del idioma castellano.

              

Mary Ann Gamble, fallece en el año 1940,  le sigue  Leslie  y  luego el viejo Arthur ( 1956).  Cuando el hogar de los Button en Prat, queda deshabitado, será saqueado y todos los libros  y escritos de Arthur se perderán, apareciendo de vez en cuando algunos ejemplares, que manos piadosas han ido entregando para hacer posible la obra de este prolífico cronista natalino. En uno de  dichos cuadernos, aparece un curioso relato, que nos  impresiona por la percepción que tiene nuestro escritor respecto de la naturaleza, la armonía entre el hombre y su medio,  la preocupación por preservarla (“Patagonia Mía”, marzo del 2003). 

Debe haber sido difícil para nuestro personaje transmitir  dichas ideas en un territorio habitado por individuos a quienes poco o nada les interesaba  la relación  con el medio para preservarlo. Todo lo contrario, la Explotadora Tierra del Fuego, se caracterizó  por la depredación de los campos, para lograr de ella la máxima plusvalía;  tal es el caso, que cuando en el Gobierno de Frei  se expropia de acuerdo al valor libros, la gran empresa acepta gustosa la negociación,  debido a que los campos  de Ultima Esperanza estaban sufriendo el rigor del sobretalajeo.

UN INGENUO Y HERMOSO  RELATO

El relato al cual nos referiremos,  fue titulado como:  “En territorios de zorros y gringos solitarios”.  En el relato Button hace mención a las embarcaciones provenientes de Bories que iban  a dejar sus muertos al primer Cementerio con que  contó el  territorio, ubicado frente a Prat en lo que hoy se llama “La Isla de los Muertos”.  Un día gris de invierno se detuvo uno de estos funerales. Los deudos y acompañantes bajaron de los botes y pidieron café. La esposa de Button  fue muy  gentil y le agregó contundentes sándwiches, al ver que se trataba de trabajadores muy humildes que venían  a sepultar a un trabajador del frigorífico.  

Al día siguiente- continúa el relato-  Arthur fue a buscar un martillo y clavos para seguir la labor interrumpida el día  anterior por el funeral.  Sus herramientas no estaban. Reacción inmediata culpar a los deudos del entierro  y partir de inmediato a Puerto Cóndor en su bote a comprar  un nuevo martillo y clavos.  Al llegar  dejó lo recién comprado entre unas matas  negras  cerca de la playa para continuar al día siguiente.  Cuanto sería su sorpresa al reiniciar sus labores no encontrarse nuevamente con los utensilios.  Vamos al relato de Button, para ver el final de este ingenuo relato: “el sendero me fue entregando generosas pistas del ladrón, a medida que iban apareciendo esas benditas pisadas de zorro mi cuerpo se iba relajando. En la playa relucía mi nuevo martillo, claro que con el mango todo mordisqueado por los caninos del ladrón. Ahora me tocaba saber la suerte corrida por mis clavos. Como supuse, también habían formado parte del festín de los audaces cuadrúpedos. Tuve que adoptar la misma forma de caminar de mis depredadores. En cuatro patas fui recogiendo clavo a clavo”.                

En el segundo de los  escritos encontrados, cuya traducción es reciente. Por el interés puesto en este material agradezco el trabajo  de organización de los escritos que han realizado tanto Gladys Grace y  Duncan Campbell,  y  el trabajo de traducción de  Amalia (Valentina Arriagada) columnista de “Patagonia Mía” que desde Concepción ayuda en forma entusiasta en  esta aventura.  Los contenidos son de una crónica que Arthur Button titula “La Fragata Argentina”.   Su  testimonio va dirigido al diario de Valparaíso “South Pacific Mail”, y  está dedicado a desmitificar  los acontecimientos que giran alrededor de la defensa del territorio de Ultima Esperanza por parte del colono alemán  Ricardo  Kruger en el año 1896.  El testimonio tiene fecha 20 de abril de 1951.  

SU VECINO Y AMIGO RICARDO KRUGER

Todos los antecedentes recogidos por muchos años por Button, entre los vecinos del sector, incluso considerando lo contado por el  hijo del Capitán Eberhard, atestiguan que no hubo tal desobediencia frente a los  oficiales de la  fragata  argentina “Azopardo” por parte de Kruger;   ya que  Mascareño y su tropa  llegaron en forma pacífica consultando si el  Canal que  llegaba hasta Consuelo, tenía otro brazo  por el cual pudiesen avanzar hacia el  oriente hasta llegar a territorio argentino. Cuando vieron la bandera chilena tradicionalmente izada en  la estancia de Eberhard  se produjo el siguiente diálogo: 

¿ A qué distancia de aquí está el territorio argentino?

“Como a 30 a 50 millas”

¿Llega este canal  al territorio argentino?     

“No,  termina unos pocos kilómetros más arriba”

¿El otro Canal Llega a la Argentina?

“No. No lo han explorado aún”              

¿Se ha sabido de otro canal que entre  a territorio argentino”

“No”

“Bien,  entonces desembarcaremos. Traigan la bandera y el mástil” 

“¿Qué van a hacer?” . ¿Sacar la bandera?

¿Crees que no podemos. Somos casi 200 hombres. ¿Cuántos son ustedes?

“Seis”

“O bien, creo que podemos hacernos cargo. Vamos a la playa, plantemos el mástil, icemos  la bandera chilena encima y la argentina debajo, y gritemos ¡Hurra!

 

El diálogo  anterior  le fue trasmitido a Button por el hermano de Ricardo Kruger, que estaba allí presente, luego  prosigue …” Mi hermano quiere que la gente diga que es un héroe, un gran tipo. ¿Por qué lo hace? ¿ Qué gran héroe fue él? ¿Por flamear la bandera chilena?  ¿Por saludar un vapor?. No supimos hasta mucho después de qué nacionalidad era. Esta historia es toda falsa. Él no  izó la bandera para impedir que ellos la sacaran, ni ellos cuestionaron jamás el derecho a izarla”.   Respecto del final del episodio el hermano de Kruger señala que los argentinos invitaron a los colonos chilenos a beber un trago y a preparar un buen asado… “ Ellos creyeron que se habían  metido en territorio argentino” concluía . 

Arthur Button para allegar más antecedentes sobre  las motivaciones de Kruger,  agrega uno que  raya en lo anecdótico. Señala  que  lo visitó en 1935.  Kruger estaba sufriendo mucho por un reumatismo, apenas podía pararse y caminar, tenía alrededor de 70 años.  En un periódico de Punta  Arenas por esos días había enviado una solicitud por 5.000 hectáreas de tierras.  La esposa de Kruger comentó que ya había planchado, remendado, lavado y almidonado  una  bandera chilena.  La mujer terminada su labor expresó . “Ahora le toca a  Dick (1) enviarla”.  Al consultar donde  sería enviada, Kruger contestó  “Voy a enviarla al Gobierno. Quiero hacerlos reaccionar y creo que lo lograré. Les escribí pidiendo un poco de tierra y aún no me han contestado. Esta es la bandera que icé cuando vino la fragata y eso debiera conmoverlos”.

BANDERA DE COMBATE MUY ELEGANTE

La respuesta de Button a su amigo, tiene el típico sarcasmo británico, cuando  trata de persuadir no enviar una bandera tan inmaculada como testigos de un hecho heroico, como dirían alguien hoy,  Kruger no sabía “marquetearse”.  Button argumenta entusiasmado..  “Tu has lavado y dejado como nueva la bandera. Creo que está mal. He visto banderas de cien años colgando de una catedral y que no han sido remendadas. Se encontraban llenas de agujeros de balas, cortes de espada, sangre de batallas. Eran rasgos históricos de lo que habían presenciado”.  Luego continúa en su sabrosa argumentación ante, nos imaginamos el expectante Kruger … “Si las miras, no se necesitan palabras. Puedes imaginar lo que sucedió aunque se encuentren mudas”  y luego la reprimenda final   ¡¡¡ Lo que has hecho ha  borrado todo, ya no se muestra nada. No lo sé,  pero creo que fue un gran error lavarla y  remendarla!!!!                                                                                 

Si observamos la fecha de esta crónica,  veremos que ella es muy cercana al 4 de junio de 1951, cuando se anunciaba en el diario “El Magallanes”, que por acuerdo  de la Municipalidad de Natales  se  inauguró un monolito de homenaje a Ricardo Kruger  en la plaza  Primero de Mayo.  La inscripción de la placa conmemorativa decía “El pueblo de  Natales a don Ricardo Kruger Ley como reconocimiento a su gesto en un momento histórico de soberanía nacional, que tuvo lugar en febrero de 1896”.   

Lo que ahora queda por averiguar si dicha crónica fue publicada por el diario inglés de Valparaíso, o bién quedó guardada en su cuadernos manuscritos, redactados en las largas  noches  de un invierno patagónico a luz de una  lámpara petromax a parafina.  Ese  es nuestro primer cronista natalino, al que vamos descubriendo poco a poco.  Atípico,  anómico en un paisaje y en un medio social donde predominaba la sobrevivencia lánguida e intrascendente de colonos incomunicados  en territorios de soledades y silencios.  Tenemos  como  tarea seguir encontrando y recuperando  la obra de Button. Leyéndolas  nos dan ganas de  proclamar lo que tanto repetía Unamuno “La  Historia no existe, sólo  existen historias”  

  1. Mister Thomas Dick Robb por muchos años fue el administrador inglés del Frigorífico Bories. Los testimonios de vecinos del sector, aseguran que Dick,  vivió sus últimos días en la casa de los Button en Puerto Prat. Falleció en 1945.                                                                   

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