UNA RAZA SE EXTINGUE EN LOS CANALES DEL SUR*
Cuando los vapores de las líneas de navegación de Magallanes al norte viajan por los canales Sarmiento, Inocente, Wide y Messier, hasta salir al Golfo de Penas, frente a las Islas de Guayaneco, entre el paralelo 48 y 43 de latitud sur, se encuentran a menudo con los últimos representantes de las tribus alacalufes. Son indios que vagan en canoa, pequeños de estatura, tienen ojos oblicuos y facciones mongólicas, pómulos salientes y dientes fuertes y marfileños. Es difícil encontrar ancianos entre ellos, porque no llegan a edad avanzada.
Cuando Juan de Ladrillero, el célebre piloto español, fue a tomar posesión del Estrecho de Magallanes en nombre del Rey de España (1557), se encontró con estos indios, y en los relatos de su viaje hizo escuetas descripciones de los aborígenes. En un estudio etnográfico que realizó, los clasificó en cuatro tipos: alikhoolip, pecheray, huemul y chonos. Convivió con ellos y estudió a fondo sus costumbres y dialecto.
El origen etimológico del nombre no se ha esclarecido con exactitud. Fitz Roy, el célebre navegante inglés que realizó estudios hidrográficos en los canales del sur chileno (1826-1836), los llamó alikhoolip, que proviene de una palabra pronunciada a menudo por ellos y que sería la invocación de una divinidad. Sin embargo sabemos que estos indios no tendrían ideas religiosas, y damos más crédito a la otra suposición, que dice que la etimología proviene del dialecto alacalufe; aliculip, que significa “indios en canoa”.
Los alikhoolip y huemul están totalmente extinguidos. Sólo quedan algunos individuos de los pecheray y chonos, a los que se denomina alacalufes. Según estudios realizados por el explorador Alberto De Agostini, tienen estos los mismos caracteres étnicos y el mismo dialecto con breves diferencias.
Los indios alacalufes han dado motivo de preocupación a muchos etnógrafos, por cuanto le es imposible aseverar de donde proviene esta raza. Sus facciones mongólicas hace suponer esta ascendencia, pero no se explica cómo hayan llegado a esta parte austral del continente. Además, son atrasadísimos y al contrario de otras tribus indias no tienen idea religiosa alguna.
Una gran intuición los guía por los canales y las islas, que conocen profundamente. Sus observaciones meteorológicas son casi siempre exactas, y adivinan con mucha anticipación el tiempo. Son hábiles marinos traficando en sus débiles canoas primitivas por la peligrosa región de los canales. Para contar se valen de escasos números. Pero tienen idea de orientación. Tal es así que designan los vientos con los nombres de los cuatro puntos cardinales, o sea: acúlator, viento Norte; aculahia, viento Sur; sectícser, viento Este; y acatícser, viento Oeste.
Los alacalufes se alimentan con choros, carne de ballenas que llegan a morir a las playas, y pájaros que cazan con gran habilidad. Como no disponen de medios es muy difícil que pesquen. Las últimas tribus viven en contacto con los civilizados. Los cazadores de nutrias le dan armas y municiones como así mismo víveres, a cambio de las pieles, lo que da motivo a una inicua explotación.
Los tripulantes de los vapores, a menudo les dan ropa y provisiones. Por eso, los barcos siempre los sorprenden en las rutas de los canales,, donde ellos los esperan. La vista del buque es saludada a gritos: ¡imássi!, como ellos llaman al vapor.
Los últimos descendientes de las tribus alacalufes se extinguen entre el laberinto de los canales australes.
Nosotros los hemos visto de abordo, miserables en sus canoas; las mujeres harapientas con sus hijos desnudos. Sin embargo, ríen las indias mientras los críos lloran. Es el llanto de una raza que se va extinguiendo entre los bosques y las islas australes. Porque hace tres siglos los alacalufes eran siete mil y hoy son apenas 130 seres infelices que en el laberinto inextricable siguen viviendo su existencia nómade, aventurera y primitiva.
*Osvaldo Wegmann Hansen “El Austral”, 30 de marzo de 1943
Recopilado por: JDB