La noche de San Juan
Una de las características infaltables de los chilotes son las comidas típicas, por eso la Noche de San Juan lo celebran con suculentos platos y folclor de la zona; danzas, canciones, música de Chiloé y su infaltable mitología.
Aquella víspera de San Juan la noche estaba estrellada, ese 23 de junio de 1986.
Durante el día decidí ir a visitar a uno de mis trabajadores que llevaba ese nombre, le llevaba una damajuana de vino tinto y un pollo para que celebrase, quise caminar la distancia que me separaba desde la estancia al puesto donde estaba Juan era de 8 kilómetros así que decidí caminar, no iría en mi camioneta Chevrolet C-10, me acompañó mi perro pastor alemán, que se llamaba Sam. Salimos aproximadamente a las 10 de la noche, la idea era llegar de sorpresa, puse las cosas en la mochila, me puse un foco, llevé un rifle calibre 22 y emprendí el viaje, crucé un par de tranqueras, me sentí acompañado, a lo lejos vi una luz que seguía mis pasos, no sentí miedo, pensé de que era la luz mala, estamos acostumbrados a su compañía en las oscuras noches de Patagonia.
Crucé el puente colgante que está sobre el rio Vizcachas, y me dirigí al puesto, mi sorpresa fue mayor al no encontrar a nadie en él, pero entendí de que los muchachos quizás fueron a celebrar la noche de San Juan a algún puesto cercano, dejé la mochila en la leñera que estaba al lado de la casa y emprendí el regreso junto a mi fiel perro, me di cuenta de que ya no nos seguía la luz que nos acompañó hace un poco tiempo atrás.
Durante la mañana desayuné y revisé la camioneta para salir a dar una vuelta al campo, me dirigí al puesto para saludar a los muchachos y al que estaba de santo, se rieron cuando me vieron, y me dijeron: usted estuvo anoche por estos pagos porque, cuando llegamos durante la madrugada, encontramos la parrilla que estaba trabando la puerta junto a varios trozos de leña, le dije que yo había estado allí pero que nunca había hecho eso, recordé que a veces en la Patagonia suceden cosas así y, sobre todo, en la noche de San Juan.
Por: Juan Salvador Miranda V.