• 29 de abril de 2024

ALFONSO COÑOECAR, “POROTO”. UNA LECCIÓN DE ENTREGA Y CONSECUENCIA

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POR: JAIME BUSTAMANTE HENRIQUEZ

Soy una persona feliz de haber sido protagonista de una de las etapas de la vida política y social de mi país. La de los años ochenta del siglo que ya pasó. Tanta turbulencia en la convivencia de los chilenos. Eran tiempos que los jóvenes tuvieron razón de vivir, como ninguna otra generación.

Quiero a través de esta crónica relatar una instancia de mi vida o una parte de esta historia que me marcó a fuego, como lo hacen esos momentos que coincides con no una persona, si no con un personaje.

Los 80 en términos económicos fue una década difícil, sobre todo en 1982 , con una crisis mayor que nos afectaba sobre todo los que en esa época éramos jóvenes y nos hacíamos al mundo laboral para forjar nuestro futuro; había que ingeniárselas para sobrevivir. En ese intertanto conocí a un amigo profesor que estaba cesante y que había encontrado una manera de mantener a su familia. No era nada nuevo para los que habitamos en esta parte del territorio nacional. El desocupado que me preocupa, se dedicaba con perseverancia, a comercializar productos electrónicos desde la zona franca de Punta Arenas hacia Argentina, más preciso hacia el yacimiento Rio Turbio.

LOS HOMBRES SOLOS DE RIO TURBIO

En aquella villa minera vivían en su gran mayoría obreros sin familia y que procedían de distintos lugares de Argentina, sobre todo de muy al norte, Salta y Jujuy. Los había también peruanos, bolivianos y paraguayos que venían escapando de la pobreza; habían chilenos solos, específicamente de Chiloé. Resaltar a los migrantes chilotes, pues, el personaje de este relato, provenía de esa tierra, cuya mano de obra hizo posible el desarrollo inicial de la Patagonia chileno y argentina.

Cuando decía que esta práctica no tenía ni tiene nada de nuevo, es porque de acuerdo a los vaivenes de nuestra economía, en la Patagonia, el contrabando en mayor o menor escala es una constante para disfrazar la cesantía.

Me decidí quizás un poco por espíritu de aventuras y desafíos a lo establecido correr ese riesgo y comencé por comprar en zona franca los famosos “Walkman”, un equipo pequeño que permitía escuchar música a través de “casette”. La alta fidelidad de esos equipos era espectacular. Era tener para tí una orquesta que sonaba en los oídos con una calidad increíble, tal como conocemos hoy con mayor calidad aún los audífonos de nuestra era digital.

UN CONTRABANDISTA POR NECESIDAD

Imagínense lo que era para estos mineros de lugares tan alejados de la tecnología escuchar estos equipos; mi tarea era llegar con esos pequeños equipos a la cuenca carbonífera del Rio Turbio. Eso significaba cruzar la frontera sin que los gendarmes argentinos te descubrieran. Siempre tuve una condición física muy delgada entonces me ponía una parka muy grande y colocaba los equipos alrededor de mi cuerpo que eran como diez. Apretados con una faja elástica y como no revisaban el cuerpo pasabas sin problemas; lo más complicado era el trayecto entre Puerto Natales y El Turbio que lo realizaba en bus con esa faja y parka que no me podía sacar , soportando la incomodidad y el calor que producía.

Al llegar a Rio Turbio me desplazaba por los edificios y “gamelas”, donde habitaban los mineros; los vendía en forma bastante fácil, con un buen margen de utilidad. Ello me permitía capear el momento económico de recesión económica que vivíamos en aquellos años.

ARGENTINA YA ERA DEMOCRATICA

Ya en nuestro país habíamos despertado, la situación económica obligó a los partidos y movimientos políticos, a poner en marcha con mayor decisión la unidad y lucha contra la dictadura. Como Argentina ya había vuelto a la democracia podías encontrar literatura, música y actividades políticas prohibidas en Chile. Yo por mi parte ya había comenzado mi proceso de incorporación a la resistencia y con activa militancia, precedida por una influencia histórica a través de mi padre y mi familia quienes a pesar de haber conocido los rigores de la represión, nunca dejaron de lado su vocación de lucha y resistencia, transmitiéndonos siempre la idea de que había que retomar el camino por lo que tanto se había luchado y por el cual tantos/as habían caído y eso no podía ser en vano.

Un día encontré en Rio Turbio a un tío que no había visto en muchos años y en la conversación me ofreció dormir en el pabellón, que compartía con otros mineros. Esa invitación había que aprovechar, era ahorrar una noche de alojamiento. Una de esas noches llegaron el resto de los compañeros de habitación, compartida con ocho mineros; pronto salieron los mates y empezó la conversación.

COÑOECAR UN LIDER SIN FRONTERAS

Fue ahí, donde conocí a “Poroto”, con quien de inmediato compartimos ideas e ideología. Era un tremendo cuadro político y compartía su militancia con el trabajo sindical; fue una larga y providencial noche de muchas historias y conversaciones. Al día siguiente me presentó a un par de compañeros argentinos, quienes eran militantes del Partido Comunista Argentino, ellos me regalaron libros y con quienes trabamos una larga amistad.

Ese día decidí quedarme una noche más en Rio Turbio, quería seguir conversando con “Poroto” y pude apreciar que cuando caminábamos por las calles y sobre todo en el barrio donde se ubicaban los pabellones donde vivían los mineros; como era reconocido y respetado el compañero con el saludo afectuoso o con la solicitud de un consejo sobre temas sindicales, ya eso me hacía reconocer el gran trabajo político de este dirigente nacido en Chiloé.

Pero si hay algo que me conmovió y que la verdad no sé si conoceré en mi vida gesto tan auténtico y de consecuencia. Es lo que les relataré a continuación. Esa tarde el compañero Alfonso Coñoecar a quien todos lo reconocían cariñosamente como “Poroto”, me pidió que lo acompañe al supermercado “La Anónima”, donde compró azúcar, café, fideos, harina, carne y leche. Con dos bolsas de alimentos cada uno empezamos a caminar hacia las afueras de Rio Turbio y llegamos a un galpón , porque no era una casa. Alfonso abre la puerta y veo como se empiezan a encender velas y linternas desde camastros; eran muchas personas que vivían ahí solo con un fogón al medio y los que agradecen a Alfonso por traer alimentos. Me recordé de la cantata Santa María y su descripción de cómo vivían los mineros pampinos, o la novela de Baldomero Lillo sobre los mineros de Lota, pero era una realidad lo que estaba frente a mis ojos, nunca pude olvidarme de esa imagen y nunca por supuesto del ejemplo y el testimonio solidario de mi compañero “Poroto”.

LOS POBRES DEL EXILIO

Ese galpón, él lo arrendaba y lo ofrecía gratuitamente, sobre todo a sus paisanos que llegaban de Chiloé a buscar trabajo, tal como él llegó alguna vez a Rio Turbio; Alfonso tenía una especialidad en la mina, por lo tanto, tenía un sueldo de obrero calificado, suficiente para vivir holgadamente. Sin embargo siempre lo vi con ropas modestas y sin lujos, los que merecidamente podía pagar, todos sabían que muchos de sus recursos se iban para ayudar a sus compañeros de clase.

Alfonso Coñoecar llegó a ser dirigente nacional de la ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) su similar en Chile seria la ANEF, ningún chileno había alcanzado tal nivel de liderazgo en un país que no era el suyo, hasta que jubiló en el mineral de Rio Turbio. Fue siempre elegido como representante de los trabajadores, quizás alguien podrá recoger otras historias de Alfonso, como sus arriesgados pasos por lugares no habilitados por la frontera, para sacar compañeros que escapaban de la Dictadura y otras actividades de gran riesgo para él, no obstante su valentía y consecuencia eran a toda prueba.

Alfonso una vez que jubiló, se radicó en Puerto Natales donde siguió desarrollando su trabajo social y político, en el Centro de Mineros y en el Partido Comunista, el partido de toda su vida, el reconocimiento de la ciudadanía natalina fue tal , que llegó a ser concejal de la comuna de Puerto Natales.

TARDE DE HOSPITAL Y DESPEDIDA

Lamentablemente una enfermedad logró mermar físicamente el ímpetu y compromiso de este gran luchador social. Pude visitarlo en el hospital regional de Punta Arenas, donde la emoción nos quebró a ambos, al darnos cuenta que su físico ya no estaba para seguir en la lucha como él nos tenía acostumbrados.

Un primero de noviembre del 2021, Alfonso dejó la vida terrenal, para convertirse en uno más de los imprescindibles de Bertold Brecht, los que consagraron su vida a la lucha por un mundo de justicia e igualdad. No conozco otro ejemplo de vida, como el que conocí contigo querido compañero. Cada vez que quiero graficar lo que cuesta ser revolucionario recurro a tu ejemplo de vida y el día que nos conocimos.

Punta Arenas, 27 de noviembre de 2023

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