• 27 de abril de 2024

CORCOVEA POR SER SALVAJE: NO POR MIEDO AL DOMADOR

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POR: RAMON ARRIAGADA

Columna publicada en agosto del año 2015. Cobra vigencia al haberse votado en el Consejo Constitucional, que redacta la nueva Constitución, la moción que declara el Rodeo como deporte nacional. ¿Y las jineteadas? ******* ******* ******* ******* *******

Cuando comienzo a escribir esta columna, siento que no he sido justo con la memoria de Natales, pues debiera haberlo dedicado a recordar los acontecimientos y vivencias de los veinte años del cruento “Terremoto Blanco”, ocurrido un día cinco de agosto del año 1995. Aún más cuando en el norte de Chile la naturaleza doblega sin dar tregua a nuestros hermanos. El día comentado, los natalinos, supimos lo que es quedar empequeñecidos por la naturaleza. Presté mucha atención para escribir esta semana, a las repercusiones que han tenido a nivel nacional los esfuerzos de los diputados Morano e Iván Fuentes (Aisén) para declarar las “Jineteadas Patagónicas” como deporte nacional. En la comisión respectiva ya fue aprobado el 16 de julio la iniciativa. Sus gestores, conscientes de la gran cantidad de adeptos en las regiones australes de esta práctica, procurarán en los meses siguientes que pase por un tubo el proyecto para ser Ley de la República. Ello, señalan los diputados patrocinantes, permitirá afirmar la identidad nacional, reglamentar su práctica, clubes y sus jinetes. Facilitará la llegada de financiamiento del Estado como actividad deportiva. Todo este afán en favor de las Jineteadas en momentos que los grupos ecologistas y animalistas ganan posiciones y militantes, en una sociedad donde hay una gran sensibilidad respecto del maltrato de los animales. En España, las corridas de toros, cada vez llevan menos públicos y los toreros, ayer héroes, hoy se les califica en los muros, como asesinos. En Chile, no son pocas competencias de rodeo, donde han tenido visitantes, que proclaman el maltrato tanto de novillos como de caballares.

No lo puedo negar, me gusta el ambiente que existe en los recintos los días de jineteadas; hay una reafirmación colectiva del ser patagónico, tal vez porque su práctica es más democrática que el rodeo; aquí para subirse a un caballo y demostrar habilidad en la grupa surera, en el basto con encimera o en la crina limpia, hay que estar provisto de rigor y coraje, no es necesario ser dueño del campo ni tener tropillas de cuidados caballos. Sus practicantes superaron el prejuicio de vestir como gauchos, total han comprendido, que dicho personaje no respeta fronteras en el cono sur de este continente. Para que hablar de la presencia imprescindible de Humberto Zuñiga y su Tropilla Festivalera. El espectáculo está asegurado. Sería de gran utilidad que los legisladores chilenos, tomaran en cuenta, de cómo ha ido cambiando la legislación respecto de esta disciplina en Argentina. Ello, porque en el vecino país, donde nos llevan años de ventaja en su práctica, los espectáculos relacionados con las jineteadas llegaron a un grado inaceptable de especulación económica. Se llegó a niveles inadmisibles en el uso de elementos y prácticas crueles para estimular la bravura y peligrosidad de los equinos. Ahora, hay provincias argentinas donde estos espectáculos deben contar con un veterinario que emite un certificado físico de los caballares después de la competencia. Además los jinetes deben ser mayores de edad y estar en posesión de un certificado médico, que asegure su estado físico, además de seguro contra accidentes y de responsabilidad civil respecto del público. Me gustaría seguir asistiendo a nuestras jineteadas con el convencimiento que el caballo corcovea por ser salvaje y no por el miedo que el domador ha provocado en ellos.

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